¿Por qué la calle se convierte en una casa?

Aunque el hambre disminuye y los ingresos aumentan, Brasil multiplica las direcciones invisibles. Lo que la explosión de la población sin hogar dice sobre la incapacidad colectiva de garantizar el derecho a la vivienda y a la dignidad.

Reportaje publicado en O Globo revela que, aunque Brasil haya salido del mapa del hambre y alcanzado el menor nivel de inseguridad alimentaria de su historia, según el IBGE, las calles siguen siendo destino de miles de personas.

La situación es paradójica cuando se añade a estas cifras la información de que Bolsa Família ha ampliado su alcance y el desempleo ha disminuido. A pesar de todos estos indicadores positivos, 350.000 brasileños siguen viviendo en la calle, según CadÚnico, una cifra que duplica la de 2019. Estas cifras probablemente estén desactualizadas, ya que no coinciden con los datos municipales. El IBGE promete un censo de esta población en 2028.

Marco Natalino, investigador del IPEA, aporta una pista para explicar esta aparente paradoja. Según él, los ingresos han mejorado, pero siguen faltando vínculos sociales y el sistema de asistencia social no ha avanzado a la misma velocidad.

Además, la pandemia de Covid-19 ha disuelto muchos lazos familiares, con la muerte de seres queridos, especialmente entre la población LGBTQIA+, lo que ha empujado a muchas personas a la calle.

Así, la ausencia del Estado y el colapso de las relaciones familiares, sustituidas por redes de apoyo informales que no pueden hacer frente a la demanda, podrían explicar el fenómeno.

Tomemos el caso de los Centros POP y los CREAS. El país cuenta con menos de 240 centros para 5.000 municipios. Laura Muller Machado, economista del Insper, resume bien otra paradoja: “Tenemos una política de emergencia, no de trayectoria”.

A falta de vivienda, salud mental e ingresos, la calle se convierte en el último recurso para sobrevivir.

Es cierto que el Tribunal Supremo intervino en este estado de cosas en 2023 con el ADPF 976, que frena las mudanzas forzosas y la arquitectura hostil, y que inspiró el Plan Nacional de Calles Visibles, con un presupuesto de mil millones de reales/año. Pero sin respeto al pacto interfederativo, y con la falta de compromiso de estados y municipios con sus obligaciones legales, todo esto se convierte en papel mojado.

Qué hay que cambiar y cómo

  1. Financiación permanente: Vinculación del presupuesto de asistencia social al suelo sanitario constitucional.
  2. Carcasa integrada: ampliar la La vivienda primero (Housing First) e incluyen cooperativas de viviendas populares.
  3. Ingresos y trabajo: estimular la economía solidaria y el microcrédito, dando prioridad a las personas que han abandonado la calle.
  4. Censo anual simplificado: encuesta participativa con universidades y movimientos sociales.
  5. Gobernanza en directo: escaños garantizados para las personas sin hogar en los ayuntamientos.

Fuente: Fuera de alcance: la población sin hogar crece a pesar de la caída del hambre y el desempleo / The Globe

Imagen generada por Inteligencia Artificial

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Jornalismo público sobre população em situação de rua e vulnerabilidade social
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