
Fueron dos días intensos en Fiocruz Brasilia (22 y 23 de octubre). Debates, experiencias y voces que mostraron por qué cuidar es reconocer. Aquí puedes seguir una serie de artículos exclusivos sobre el Seminario Internacional Personas sin hogar: atención integral y derechos ya
Una de las mesas principales de Seminario internacional sobre personas sin hogar: atención integral y derechos ya, El evento, celebrado en Fiocruz Brasília, reunió cuatro exposiciones. Desde diferentes perspectivas, convergieron en la defensa de la producción cualificada de información, la garantía intersectorial de los derechos y la necesidad de la participación activa de los movimientos sociales. Con el tema No somos invisibles: información para las políticas públicas, Aldaiza Sposati, Marco Natalino, Rinaldo Artes y Flávio Lino presentaron aportaciones analíticas que revelan las dimensiones estructurales de la cuestión y la urgencia de políticas públicas integradas.
Aldaiza Sposati, profesora titular de la PUC-SP y autora de la Ley Municipal de Derechos de las Personas sin Hogar de São Paulo de 1997, abrió el debate cuestionando el propio término “situación de calle”. Recordó que el término surgió con la intención de reducir estigmas y superar nociones tipificadoras como “habitante de la calle”, pero advirtió que hoy puede ocultar el núcleo de la cuestión: los derechos. Según ella, el término desplaza el foco de los sujetos y la ciudadanía a una condición circunstancial que, si se naturaliza, corre el riesgo de convertirse en permanente. “El derecho debe estar antes que la deuda”, resumió, sugiriendo que el acceso a los servicios no puede condicionarse a la prueba constante de la necesidad.
El término ‘situación de calle’ desplaza la atención de los sujetos y la ciudadanía a una condición circunstancial que, si se naturaliza, corre el riesgo de convertirse en permanente
Sposati también criticó el uso indiscriminado de las categorías “usuario” y “segmento” en el sistema de asistencia social. Para ella, estas denominaciones refuerzan el distanciamiento simbólico y dificultan la creación de vínculos. Por otro lado, defendió la centralidad de la relación como eje organizador de la atención, especialmente en territorios donde las políticas deben dialogar entre sí. El escenario actual, señaló, revela justo lo contrario: los centros de acogida, albergues y otros servicios funcionan de forma aislada, sin una integración efectiva con la sanidad, la asistencia y la educación.
Su lectura muestra que, aunque la política nacional ha avanzado en términos de instrumentos institucionales, aún prevalece una configuración marcada por la fragmentación y la ausencia de estándares mínimos de atención. Uno de los efectos de esta falta de coordinación es la persistente invisibilidad administrativa. Esto se debe a que los sistemas de información se basan en la noción de domicilio fijo, un criterio que excluye precisamente a quienes carecen de él. En consecuencia, las decisiones basadas en datos tienden a ignorar a un importante contingente de la población. El resultado es una paradoja: muy alta visibilidad social en las calles, baja visibilidad en los registros formales.
Según datos recientes de la Registro único, Sposati citó más de 337.000 inscritos, 421.000 de ellos en el estado de São Paulo. Sin embargo, esta inclusión no garantiza una cobertura uniforme de las prestaciones: la afiliación al Bolsa Família varía entre aproximadamente 68% y algo más de 80%. Además de las desigualdades territoriales, la investigadora llamó la atención sobre las discrepancias en infraestructuras y número de profesionales por servicio, destacando que la falta de parámetros nacionales dificulta la garantía de derechos.
A continuación, Marco Natalino, investigador del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA), presentó los primeros resultados de un estudio que integra bases de datos administrativas de registros de defunciones y de Registro único, El estudio se realizó en colaboración con equipos del Ipea, centros académicos extranjeros y organismos internacionales. Su objetivo era comparar las tasas de mortalidad de la población sin hogar con las de la población general y la población de bajos ingresos, controlando por edad y sexo. Según el investigador, la composición demográfica de esta población - mayoritariamente masculina y concentrada en edades adultas - hace imprescindible el uso de tasas estandarizadas para garantizar comparaciones válidas.
El resultado es sorprendente: una persona sin hogar tenía 348% más probabilidades de morir que la población general en 2024. Incluso cuando se comparaban únicamente con la población de bajos ingresos, seguían teniendo 223% más probabilidades de morir. El estudio estimó que de las más de 6.000 personas sin hogar que murieron en 2024, al menos 4.664 representan un exceso de muertes, es decir, que no se habrían producido si hubieran tenido el mismo patrón de mortalidad media que la población. Natalino subraya que estas cifras están infravaloradas, ya que existe una infranotificación y una falta de registros de una parte importante de esta población.
Una persona sin hogar tenía 348% más probabilidades de morir que la población general en 2024
Añadió que las muertes de mujeres tienen un volumen absoluto menor, pero presentan un índice de mortalidad aún mayor cuando se comparan con las mujeres que viven en casa, lo que indica vulnerabilidades específicas. La investigadora señaló las limitaciones del estudio, como la infrarrepresentación de niños, adolescentes y personas en conflicto con la ley, pero subrayó que incluso los recortes conservadores mantienen las conclusiones. Los próximos pasos consisten en profundizar en los análisis por causa de muerte e integrar los datos del sistema oficial de mortalidad, con especial atención a las causas externas y los homicidios.
El tercer ponente, Rinaldo Artes, doctor en Estadística por el IME/USP y afiliado al INSPER, abordó el uso de datos administrativos producidos en São Paulo para comprender la dinámica de circulación de la población sin hogar en la red de acogida. Trabajando con tres sistemas (CadÚnico, SISA/acolhimento y SISRU/abordagem), su equipo siguió cohortes de personas a lo largo de 10 años. Se repitió un patrón: hay una fuerte caída de la permanencia en los primeros meses, seguida de una estabilización en torno a 10% y 15% al cabo de dos años. El comportamiento es similar entre cohortes, incluso durante la pandemia.
Según Artes, este patrón plantea preguntas, no respuestas definitivas. El descenso podría indicar abandono de la calle, migración, alternancia en el uso de los albergues, cambio de municipio o simplemente una interrupción en el uso de los servicios. Un análisis por grupos de edad mostró que las personas mayores permanecen más tiempo, mientras que los jóvenes hacen un uso más breve o esporádico de los servicios.
Otro análisis mostró que 12% de las personas utilizaron el servicio un máximo de 10 días en dos años, mientras que otra parte lo utilizó de forma muy intensiva, durante más de 600 días. Esta heterogeneidad indica perfiles diferentes y necesidades distintas, que requieren políticas específicas. El investigador también llamó la atención sobre el fenómeno de las “salidas cualificadas”, es decir, cuando la persona abandona el servicio debido a la búsqueda de un hogar, un trabajo o el regreso con su familia. Incluso en estos casos, alrededor de 40% volvieron a la red en algún momento, lo que sugiere que no basta con garantizar la salida, sino que es necesario garantizar un apoyo y una protección continuados. Por último, señaló que CadÚnico, SISA y SISRU no describen a la misma población, lo que exige cautela analítica.
Para cerrar el panel, Flávio Lino, del Movimiento Nacional de Personas sin Hogar, presentó un panorama internacional de la cuestión, basado en una encuesta realizada en 2023-2024 en los países BRICS. Según él, estos países tienen más de 6,2 millones de personas sin hogar. A falta de objetivos globales vinculantes, el resultado es el crecimiento continuo de la PopRua en todos los contextos analizados. Lino señaló que ninguno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) menciona explícitamente a esta población, lo que contribuye a su marginación. Por ello, abogó por la creación de indicadores y metas específicas, haciendo hincapié en que muchas personas solo necesitan una vivienda para alcanzar la autonomía, mientras que otras necesitan apoyo psicosocial.
Ninguno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 menciona explícitamente a las personas sin hogar
Lino sugirió que la mesa elabore una carta de compromisos, remitida a agendas estratégicas como la COP30, con el objetivo de institucionalizar las recomendaciones, intensificar la cooperación entre la sociedad civil, los organismos públicos y las organizaciones internacionales, e impulsar un ODS dedicado al tema.
Los cuatro ponentes convergieron en un diagnóstico común: sin datos integrados, sin normas de atención y sin directrices de protección permanente, se perpetúa la violación de derechos. Los panelistas insistieron en la necesidad de reposicionar a la población sin hogar en el centro de la formulación de las políticas públicas, reconociendo su diversidad, sus trayectorias y su ciudadanía.
Seguir leyendo
Cobertura del 22 de octubre de 2025
- Mesa redonda internacional: ¿Qué mundo es éste? Realidades y posibilidades de transformación para la protección social de la población sin hogar
- Panel I : No somos invisibles: información para las políticas públicas
- Panel II : Mujeres sin hogar: atención integral, maternidad y protección social desde la perspectiva de la igualdad de género y raza
- Los senderos invitan: P. Julio Lancellotti
Panel IIIEl derecho a la protección social y a la asistencia sanitaria en Brasil.
Cobertura del 23 de octubre de 2025
- Panel IV : Experiencias de asistencia I
- Panel V: Experiencias de asistencia II
- Panel VI: El papel de la justicia ante las personas sin hogar
- Mesa redonda: Retos y posibilidades del plan Calles visibles como estrategia de política pública - CIAMP/RUA nacional
Pie de foto: De izquierda a derecha, Aldaiza Sposati, Marco Natalino, Flávio Lino y Carla Bronzo, Fundación João Pinheiro (mediadora).













