La exhortación de León XIV y la llamada evangélica a reconocer a Cristo en las personas sin hogar
"Te he amado"Os he amado". Con esta afirmación del Apocalipsis (3,9) abrió su discurso el Papa León XIV. la exhortación Dilexi Tepublicado el 4 de octubre de 2025. Dirigido "a los que tienen pocas fuerzas", el mensaje parece escrito para los que viven en la calle, entre el frío hormigón y la indiferencia.
El texto no es una teología lejana, sino una cartografía espiritual de la exclusión. León XIV nos recuerda que Cristo se identifica con los pobres y rechazados, y que "los mismos a los que el mundo desprecia son a los que Él elige amar primero".
En los callejones de las grandes ciudades resuena con fuerza esta frase: "Tienes poca fuerza, pero yo te quise". Es como si se la dijeran a todas las personas que intentan dormir entre el ruido de los coches, envueltas en cartones, invisibles y, sin embargo, amadas.
El clamor de las calles como oración
El Papa recurre al Éxodo: "He escuchado el clamor de mi pueblo". O clamor de las callesHoy, es una nueva versión de este grito bíblico: una súplica sin palabras, hecha de miradas, manos tendidas, cuerpos en los márgenes.
León XIV escribe: "Si permanecemos sordos a este grito, nos alejamos del corazón mismo de Dios". El mensaje es directo: la fe que no escucha el clamor de los pobres es una fe muerta.
En las esquinas, este clamor se manifiesta en silencio. La señora que recoge latas al amanecer, el joven que ha perdido sus lazos familiares, el anciano que duerme frente a un hospital... todos son "voces" de una misma súplica: "No me dejes morir solo".
El Dios que habita en la impotencia
El texto retoma la teología del "descenso de Dios": no viene de lo alto para dominar, sino que baja a estar con los que no tienen sitio. "Dios se hizo pobre para liberarnos de la pobreza", escribió León XIV.
Jesús nació sin hogar, fue emigrante y murió fuera de los muros de la ciudad: experiencias que resuenan en las historias de quienes hoy no tienen hogar. Citando al "Hijo del hombre que no tiene dónde reclinar la cabeza" (Mt 8,20), el Papa nos invita a reconocer a cristo sin hogar en los pavimentos modernos.
Allí, bajo un paso elevado, entre mantas rasgadas, podría estar el lugar donde el Evangelio se convierte en verdad.
Fe que no pasa deprisa
León XIV recuerda a San Juan Crisóstomo: "De nada sirve adornar el altar con oro si Cristo se muere de frío a la puerta de la iglesia". La advertencia tiene destinatario: los corazones distraídos de los fieles, los gobernantes y los que cruzan la calle para no ver.
El texto denuncia "la ilusión de felicidad de una vida cómoda" y la "cultura del descarte que tolera que millones sobrevivan en condiciones indignas". Esta cultura, dice el Papa, se manifiesta no sólo en la economía, sino también en indiferencia cotidiana El gesto de acelerar delante de alguien tendido en la acera.
La exhortación propone otro camino: capacidad de atención. Los pequeños gestos, un oído atento, un nombre pronunciado, un pan compartido, pueden ser, como la unción de la mujer de Betania, actos de amor que Dios nunca olvida.
Una Iglesia con los pies descalzos
"¡Cómo deseo una Iglesia pobre y para los pobres!", repetía Francisco. León XIV transformó este deseo en un programa de gobierno espiritual. Evocó a San Lorenzo, que presentaba a los pobres como "los tesoros de la Iglesia".
Esta imagen sirve de espejo: los "tesoros" de una comunidad cristiana no están en sus muros, sino en las vidas que toca. Una Iglesia que ignora a los sin techo traiciona su propio Evangelio.
La exhortación propone una conversión institucional y personalmenos caridad episódica y más presencia constante. "No basta con dar, hay que estar juntos", dice el texto. Esto se aplica tanto a las parroquias como a las políticas públicas.
La pobreza como liberación
León XIV distingue dos formas de pobreza: la impuestoque duele, y elegidoque libera. Recuerda a los monjes y mendicantes que "lo dejaron todo para encontrar al Cristo pobre".
Pero la exhortación advierte: idealizar la pobreza sería traicionar el Evangelio. La verdadera pobreza es relacional: "hazte pequeño para acoger al pequeño". Esta frase redefine la pastoral urbana: más que "ayudar a los pobres", es compartir la vida con ellosreconociendo su sabiduría y su fe silenciosa.
Los que viven en la calle no son sólo receptores de compasión, también son maestros de la resistenciaSon testigos de una esperanza que sobrevive al frío y al hambre.
Educación, asistencia y hospitalidad
León XIV retoma la tradición de la Iglesia que ha lavado heridas, alfabetizado niñas y acogido emigrantes. Para él, ocuparse de los pobres es ocuparse de La carne herida de Cristo.
En Brasil, esto se refleja en las iniciativas que surgen de las propias calles: periódicos comunitarios, albergues autogestionados, cafés solidarios. Cada gesto de hospitalidad es un acto teológico: "Cuando la Iglesia se arrodilla ante los sin techo, redescubre su vocación más profunda", escribe el Papa.
Convertir la mirada: el Evangelio bajo el viaducto
La exhortación termina con una provocación: "La Iglesia sólo es plenamente esposa del Señor cuando es también hermana de los pobres".
Ser hermana de los pobres hoy significa mirar a la gente que vive en la calle no como un problemasino como un espejo. En ellos vemos lo que la sociedad intenta ocultar: la fragilidad que todos compartimos.
Amar a los pobres, enseña León XIV, es "participar en el movimiento mismo de Dios: bajar, escuchar, tocar". Esto comienza con un simple gesto: no apartar la mirada. Dios hace el resto.
Epílogo: Amar es acercarse
Entre las páginas de Dilexi Tesurge una ética de la proximidad. El Papa no pide compasión, sino relación. El sin techo deja de ser una estadística y vuelve a ser un hermano.
En tiempos de muros y puertas electrónicas, esta exhortación suena como una llamada: derribar vallas, abrir puertas y sentarse a la mesa con los que se quedan fuera.
Quizá sea éste el milagro posible en las ciudades modernas: el Evangelio vivido bajo el viaducto, entre los que tienen pocas fuerzas, pero a los que Dios sigue amando.













