¿"Indigente" o "mendigo"? Cuando el lenguaje se convierte en un campo de batalla

Este mes de mayo, Antonio Prata, columnista de Folha de S. Paulo a quien sigo y admiro, planteó un debate que invita a la reflexión en un artículo titulado 'Mendigos' 1. En él, Prata expresaba su absoluta desaprobación del término "persona sin hogar".

En su opinión, esta expresión, que "detesta", representaría una "aberración de lo políticamente correcto". En su opinión, "la frase" (sic) en su "asepsia semántica" propaga una mentira:

"Es como si el tipo que está durmiendo en la acera, encima de una caja de cartón abierta, tapado con esa manta de proteger muebles de mudanza, con una botella (vacía) de cachaça al lado, que lleva semanas sin ducharse, sin vínculos sociales ni familiares, quizá adicto al crack, en fin, es como si ese jodido estuviera en una 'situación' momentánea que pronto se resolverá."

Y continúa su andanada verbal sin rehuir, en su opinión, dar el nombre correcto a esa persona en tal estado.

Mendigo es el nombre de esta persona. (...) Cualquier corrupción lingüística para maquillar su condición sólo sirve para apaciguar nuestra culpa. Es un canalla. Es cobarde. En lugar de intentar salvar a la persona de la degradación total, fingimos que no está tan mal.

En esencia, éste sería el argumento de su primer artículo sobre el tema, impregnado de mucha ironía y desenfreno, con el brío que le caracteriza y que hemos aprendido a amar.

Confieso que nunca había pensado en esta cuestión semántica. La palabra "mendigo" siempre me ha parecido extremadamente despectiva, aunque, estando de acuerdo con Prata, quizá definiría mejor la condición de esa persona.

Unos quince días después, Prata volvió a las páginas de Folha con un artículo titulado Respuesta abierta a la carta abierta 2. En él, denuncia que su amigo personal, el ex senador y actual diputado estatal Eduardo Suplicy, había republicado en su cuenta de Instagram un mensaje del Foro de la Ciudad de São Paulo en Defensa de los Sin Techo. Tranquilizándose, Prata elogia el tono cortés del comunicado, "cuyo objetivo era exponer argumentos, no ir por la patada en los huevos y el dedo en el ojo que son la norma hoy en día en las redes sociales".

En su argumentación sobre el post de Instagram, el foro subraya que "etiquetas como 'mendigo' y 'vendedor ambulante' remiten a la idea de personas asociadas a la mendicidad, la vagancia y la delincuencia, y que no serían merecedoras de políticas públicas adecuadas".

El foro continúa:

"El término 'situación de calle' es esencial para tratar dignamente a estas personas, que no están destinadas a ser 'mendigos', como impone el estigma de la palabra".

Y concluye la nota del foro:

"Hablar de las personas sin hogar es defender la ciudadanía y los derechos que garantiza la Constitución".

En su respuesta al segundo artículo, Prata reconoce la posibilidad de cambiar frases y terminología para reducir el estigma que ciertas palabras pueden suponer para tal o cual individuo, pero teme que estas nuevas expresiones ensanchen el abismo ya abismal entre izquierda y derecha.

El problema es que este rebranding del mundo está creando una especie de patois [dialecto] que sólo habla la izquierda, un dialecto que nos aleja de la mayoría de la población, precisamente esa gente a la que tenemos que ganarnos para no volver a caer en manos de la extrema derecha.

Con la oportunidad que le brindó la carta abierta del Foro a Antonio Prata, éste pudo expresar con mayor claridad su punto de vista sobre la cuestión. De hecho, está claro que su objetivo central es la hipertrofia de lo políticamente correcto en la vida política nacional.

En este debate, creo que ambos tienen razón. La preocupación de Prata por el agravamiento de la polarización ideológica con la creciente adopción de la corrección política en nuestra vida cotidiana es legítima. Pero, por otro lado, es pertinente la preocupación del Foro de la Ciudad de São Paulo en Defensa de la Población sin Hogar por cambiar el vocabulario para reinscribir a estas personas, ya de por sí vulnerables, en el ámbito de los derechos constitucionales.

Richard Rorty y la crítica de lo políticamente correcto

Veo afinidades entre el argumento de Prata y el pensamiento del filósofo estadounidense Richard Rorty, especialmente lo expresado en Lograr nuestro país: el pensamiento de izquierdas en la América del siglo XX 3 (1998).

Para Rorty, los intelectuales de la izquierda académica estadounidense, a partir de los años sesenta, abandonaron la política de transformación institucional concreta y empezaron a centrarse en discursos culturales y denuncias simbólicas, distanciándose así de las clases populares, incapaces de seguir tales discursos. Fue el nacimiento de la "corrección política".

En su opinión, esto aleja a los intelectuales del público trabajador, creando un lenguaje moralizante y excluyente que refuerza el resentimiento en lugar de generar alianzas, y que es absolutamente ininteligible para las clases trabajadoras.

Un corolario de tal estado de cosas, en opinión de Rorty, con el distanciamiento de la izquierda académica de la clase trabajadora, sería el ascenso de populistas autoritarios y resentidos. Algunos ven su análisis como premonitorio del ascenso de Trump, y de populistas autoritarios más allá del Ecuador. Un ejemplo de esto sería Brasil, pero no entraré en más detalles.

En opinión de Rorty, la corrección política que ahora denuncia Prata representaría el paso de una izquierda transformadora a una izquierda performativa, centrada en el lenguaje, las formas de hablar (como "vagabundos") y las identidades.

Trasladando esto a Brasil, mientras que la "vieja izquierda" luchaba por el salario mínimo, la seguridad social, la reforma laboral y agraria, la "nueva izquierda", surgida en la década de 1990, concentró su capital político en aspectos jurídicos y simbólicos, como el uso de un lenguaje imparcial, las cuotas simbólicas en las licitaciones públicas, las leyes contra la discriminación y la exposición mediática.

Aun manteniendo agendas estructurales, una porción significativa de la izquierda comenzó a dar más importancia al discurso que a cambiar realmente las instituciones. Tal vez por eso los avances de la Política Nacional para los Sin Techo, establecida por el Decreto 7.053 del 23 de diciembre de 2009, han sido magros, como admite el Plan Nacional de Calles Visibles 2023.

Y ahí radica el error estratégico para Rorty (y quizá para Prata): la justicia social requiere reformas estructurales, no una purificación semántica, y esas reformas estructurales exigen construir mayorías, coaliciones y un proyecto de país. Sin esto, la izquierda se convierte en un nicho académico o militante, abriendo un peligroso flanco para el ascenso de líderes mesiánicos de extrema derecha con sus promesas fáciles.

Debemos reconocer que, en Brasil, un ex presidente canalizó los sentimientos de exclusión simbólica de partes de la población que se sentían ridiculizadas, censuradas o ignoradas por una élite lingüísticamente progresista. Esta élite hablaba un idioma que no entendían (la corrección política) y que parecía asignarles una culpa y una deuda históricas ineludibles e impagables.

En conclusión, que la obsesiva fijación por el vocabulario y las reformas semánticas no nos ciegue ante la necesidad de reformas estructurales y básicas para revertir la escandalosa situación de los desheredados, ahora conocidos como "población sin techo".

👉 ¿Qué te parece? El lenguaje que utilizamos, ¿ayuda a transformar la realidad o sólo enmascara nuestra culpa? Comparte tu opinión en los comentarios, envía este post a quienes deban reflexionar sobre él y seguir Solidaritas para debates más urgentes sobre la vida en la calle y el derecho a la ciudad. El cambio comienza con la escucha, la palabra y la acción.


  1. https://www1.folha.uol.com.br/colunas/antonioprata/2025/05/pessoa-em-situacao-de-mendigo.shtml?pwgt=lcu1eebb7yw0bsub9395p2dso7mfcghon1zstl2fp3wxudqa&utm_source=whatsapp&utm_medium=social&utm_campaign=compwagift[]
  2. https://www1.folha.uol.com.br/colunas/antonioprata/2025/05/resposta-aberta-a-carta-aberta.shtml?pwgt=lcu1eedqqrk4o5l3st6e4m7xvg5ffjplm3jyduyc91jd7y82&utm_source=whatsapp&utm_medium=social&utm_campaign=compwagift[]
  3. https://www.amazon.com.br/Achieving-Our-Country-Leftist-Twentieth-Century/dp/0674003128/ref=sr_1_1?__mk_pt_BR=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&crid=33OD3Z1OYZPGR&dib=eyJ2IjoiMSJ9.PnErUpks5e5RK_6BC2WDtnn4Q0kFXptT9s9tnlkJK3UXx0TJhWfhHrXGCtevRRqYfnRhCGQ6pZk8zHIGybgKwiffHj-HRxpS0oMpuZDCfxI.X1jOmLtDhvpeMZLYGchGoSzUUHxySvr_5tfsj62xwVg&dib_tag=se&keywords=achieving+our+country&qid=1747759080&sprefix=achieving+our+country%2Caps%2C249&sr=8-1&ufe=app_do%3Aamzn1.fos.6d798eae-cadf-45de-946a-f477d47705b9[]
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Cláudio Cordovil es periodista e investigador en salud pública con una carrera marcada por la escucha activa y el compromiso con los derechos sociales. Trabajó durante décadas en la prensa generalista y hoy investiga las desigualdades estructurales, centrándose en las poblaciones marginadas, como las personas que viven con enfermedades raras. Es funcionario de Fiocruz desde 2015. Es editor del boletín "Bioética para todos" y creador del blog "Academia de Pacientes". En Solidaritas, Cláudio escribe sobre aquellos que viven en los márgenes pero merecen estar en el centro de las políticas públicas. Busca desenmascarar los engranajes de la exclusión urbana con ojo periodístico y escucha social. Cree que la información es refugio y la palabra una herramienta para la justicia. Es doctor en Comunicación y Cultura. Vive en Río de Janeiro, pero escribe con los pies en la calle.

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